La omnipresencia de los procesos de Gamificación
Gamificación es aplicar mecánicas y elementos propios de los juegos a otros procesos. Se trata de hacer que algo sea jugable, incluso aquellas cosas que de entrada no lo son en absoluto. Se considera uno de los medios más innovadores no solo dentro del ámbito de la publicidad, sino en campos tan diversos como la sanidad o la educación.
Lo más básico que cualquiera puede saber sobre los videojuegos es que se consideran buenos o están bien hechos cuando enganchan. Con la gamificación se busca enganchar a un cliente a través del mismo proceso.
A día de hoy, se requieren métodos innovadores y diferentes para conectar con el público. La gamificación es un buen ejemplo de ello. Y no solo sirve para atraer a un público potencial o “enganchar” a los clientes fácilmente, sino que como estrategia interna para el funcionamiento de la empresa también es muy recomendable. A la hora de gestionar un equipo, incentivar el liderazgo o motivar al personal, la gamificación supone una herramienta más que factible.
De hecho, algunos procesos de gamificación se han estado aplicando en el terreno laboral desde hace mucho tiempo, aunque no se hiciera con consciencia de que se trataba concretamente de gamificación. Un buen ejemplo es la idea de premiar al mejor trabajador, de la misma manera que recibes una medalla o un punto extra en un juego por hacerlo particularmente bien. Este tipo de práctica para la motivación se lleva haciendo desde hace mucho tiempo, antes incluso de que se planteara desde el concepto de gamificación.
Así, podemos observar en este y muchos otros ámbitos que el novedoso concepto de gamificación procede en realidad de una serie de técnicas que aparecieron muchos años atrás. La moraleja que podemos sacar de esto es que la vida, en general, es mucho más jugable de lo que pensamos incluso antes de que empecemos a “gamificarla” nosotros mismos.